El culto ancestral a la serpiente - Mitología&Arqueología


“Y la madre creyó a la serpiente, porque en todas las religiones de los hombres la serpiente conoce el misterio de las vidas que pueblan los mundos”.

Horacio Quiroga


A día de hoy, la serpiente es una figura cargada de connotaciones negativas, pero no siempre ha sido así. Restos arqueológicos y leyendas de todo el mundo nos hablan de un antiguo culto a la serpiente, primero asociado a la mujer y, más tarde, al sol masculino. Un viejo culto universal relacionado con el conocimiento, la fuerza y la renovación.


Dentro del ámbito la arqueología, las representaciones de serpientes varían enormemente de una cultura a otra. En el arte paleolítico es anecdótica, y tampoco parece abundar en representaciones Neolíticas, con una importante excepción: Gobëkli Tepe (Turquía). El llamado primer templo del mundo presume de decenas de esculturas y grabados de serpientes que parecen querer sumergirse en la tierra. Muchos han sido los intentos para intentar desentrañar su significado: ¿animales totémicos, cometas o asteroides, la constelación de Thuban? En mi próxima novela “Las tribus del Íber” nos sumergiremos en la iconografía de Gobëkli Tepe y en la serpiente mítica a través de los petroglifos de Valderredible (Cantabria).


En Finlandia se rescató casi intacto de un lago un posible bastón tallado con forma de serpiente, que data de hace 4.400 años (Neolítico). Su utilización como bastón se ha propuesto a la vista de unas pinturas en Satu Koivistu.



La serpiente o zigzag serpentiforme es un motivo frecuente entre los grabados (en megalitos, como el de Lapa de Gargantáns) y petroglifos al aire libre, datados desde el Neolítico, especialmente frecuentes en la Edad del Bronce y alcanzando la Edad del Hierro, al estar presentes en castros (Baldoeiro, Tegra, Penalba, Troña), varios en forma de altar. Los petroglifos serpentiformes abundan en el arte atlántico, como la Pedra da Serpe (probablemente posterior)... y las numerosas serpientes grabadas en Valderredible (Rivero&Rodrigo, 2022). También pueden verse en los petroglifos escandinavos.

Algunos autores quieren relacionar los petroglifos concéntricos y espirales (como Laxe das Rodas o Campo Lameiro, en Galicia) con serpientes enroscadas, como una suerte de altares de observación solar (Alonso, 2022:68). Esta interpretación de las espirales con serpientes ya fue propuesta por Marija Gimbutas (1991).



Buceemos en la mitología para seguir el rastro de la serpiente. Los sumerios adoraban a Ningishzida, dios de la vegetación y el inframundo, asociado a las serpientes, que emergen de sus hombros en algunas representaciones. El caduceo, la vara con dos serpientes, procede del culto a este dios. Algunos autores proponen esta mitología como el origen del relato del jardín del Edén, al estar presente el árbol de la vida y la serpiente.

En Egipto encontramos a Uadyet, diosa cobra que simboliza el calor ardiente del sol. Su culto se remonta a la época predinástica, relacionada con el ojo de Ra y Horus. Protectora de reyes y de madres lactantes, fue el ama de cría de diversas deidades. A veces se la representa como una leona. Fue adoptada en la mitología griega como Buto o Leto. También en Egipto vemos a la serpiente Mehen protegiendo la barca solar de Ra, frente a la serpiente maligna Apofis, encarnación del caos.

En Creta se han encontrado varias estatuas de loza de la llamada “diosa serpiente” que datan del 1.600 a.C. y pertenecen a la civilización minoica. Algunas estatuas lucen, de nuevo, un felino sobre la cabeza.

Oriente próximo es prolífico en cultos serpentinos como mínimo desde la Edad del Bronce, como evidencian multitud de hallazgos arqueológicos, y que se perpetúa de forma clara en las mitologías:

En la mitología babilónica destaca Tiamat, el dragón marino y monstruo primordial del caos, además de madre del resto de deidades. Tiamat es asesinada por el héroe Marduk, y algunos autores como Robert Graves quieren ver en este episodio la transición de las sociedades matriarcales al patriarcado, dominado por una nueva generación de dioses masculinos.

Relacionado con Tiamat encontramos en la Biblia a Leviatán, el Lotan de Ugarit, monstruo con forma de serpiente que encarna el caos en la creación: “En aquel día Yahvé castigará con su espada dura, grande y fuerte al Leviatán serpiente veloz, y al Leviatán serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar”. (Isa 27:1)

De nuevo en la Biblia, esta vez en el Libro de Números, se narra cómo Yahvé envió serpientes para que mordieran a todo el que hablara en contra de él, y después indicó a Moisés que erigiera un monumento en bronce de una serpiente (llamada Nehushtan), para que protegiera a los israelitas frente a ellas. Este altar y la serpiente de bronce a Nehushtan se citan de nuevo en el Libro de los Reyes, ordenado destruir por el rey Ezequías ya que los israelitas le ofrecían sacrificios.

Por su parte, la diosa fenicia Astarté era conjurada para proteger frente a las mordeduras de serpiente.


En la mitología griega aparecen diversas serpientes, algunas relacionadas con las anteriores y, en la mayor parte de los casos, cargando con su nueva connotación negativa. Pitón, que al ser matada por Apolo nos recuerda a Tiamat; la serpiente alada Tifón, vencido por Zeus; el dragón que protege el vellocino de oro colgado del árbol en la misión de Jasón y los argonautas; el dragón Ladón que protege el árbol de las manzanas del jardín de las Hespérides… y el caduceo del dios de la medicina, Asclepio, que como hemos visto es de herencia sumeria. También aparecen atacando a un bebé Heracles por orden de Hera (de nuevo, la serpiente asociada a la diosa madre).

Ártemis se muestra en algunas representaciones sosteniendo una serpiente en una mano y un torques en la otra. Esta imagen nos lleva inevitablemente al dios celta Cernunnos, con los mismos atributos y también señor del bosque y de las bestias. Este dios aparece por primera vez representado en un grabado de Valcamónica, en los Alpes italianos, acompañado también por la serpiente.


Pausando por un momento las deidades, pero dentro del mundo mágico celta, encontramos las piedras de víbora o huevos de serpiente, el cristal de los druidas descrito por Plinio en su Historia Natural (L. XXII):

“Hay una especie de huevo de gran reputación entre los galos, del que los escritores griegos no han hecho mención. Un gran número de serpientes se enroscan en verano, y se enrollan en un nudo artificial por su saliva y su baba; y esto se llama el huevo de la serpiente”. Este asunto lo desarrolla en profundidad Ástures (ver fuentes).

En la mitología nórdica también encontramos una serpiente marina relacionada con la creación y el caos: Jörmungandr es la serpiente que rodea Midgard, enfrentada a Thor. A pesar de sus claras similitudes con otros mitos ya citados, se considera una deidad masculina.


De vuelta en nuestra vieja Iberia, Rubén Martínez, en su Manual del explorador de Iberia (Martínez, 2025) identifica a la diosa del inframundo Bath/Bautv-Haeto con el cuervo y la serpiente, siendo una de las hermanas de la tríada. Relacionada con la irlandesa Brigit, sincretizada en Santa Brígida, que durante el Imbolc emerge como las serpientes de la tierra: “La serpiente saldrá del agujero el día pardo de Bride, aunque haya tres pies de nieve en la superficie de la tierra” (refrán gaélico escocés).

También propone a Bormanicus (Borvo), dios de las aguas curativas, que podría aparecer en forma femenina, Birmana (quizá, su forma primigenia). Citamos a Rubén (2025; 47): “El animal asociado a este dios es la serpiente. La serpiente puede entrar y salir entre los mundos, además de estar relacionada con la sanación, “La muda de la piel”. Y como purificadora, al predar alimañas. Otra deidad a la que se la vincula es Ilurbeda, pero en su caso como guardiana de caminos y fronteras entre mundos”.


Sin duda, el dios serpiente por excelencia de la Península lo encontramos en la mitología vasca:  Sugaar (Suge serpiente o dragón) el consorte de la todopoderosa madre Mari. Curioso encontrar en este caso a una deidad masculina serpiente y además consorte, quizá señal de lo antigua y diferente que es la cultura vasca.



En África, la idolatría a la serpiente se ha perpetuado hasta bien entrado el siglo XXVIII en Benín, en el reino de Dahomey, donde se rendía tal culto a la pitón que matar una era castigado con la muerte. En la religión vudú encontramos una serpiente arcoíris, Ayida-Weddo, loa o espíritu femenino de la fertilidad, el agua, el viento…; y también a Mami Wata, una mujer con una serpiente, divinidad del agua.


La serpiente arcoíris más conocida es la australiana, espíritu del Tiempo del Sueño, la creadora, visible aún en las pinturas aborígenes.



En Asia, la serpiente también abunda. Las nagas son semidioses con forma de serpiente en la mitología hindú y en el budismo, frecuentes en grabados en estatuas, a las que se ofrece comida y flores. Si alguien mata accidentalmente una cobra, se la quema como a un ser humano. En Bengala se adora a la diosa serpiente Manasá.



Navegamos hacia América para descubrir un nuevo mundo de dioses serpiente: Trentren y Caicai-Vilu, las serpientes marina y terrestre de la mitología machupe y chilota, en origen benefactoras. aunque Caicai castigó con una inundación y diluvio a los hombres, y Trentren con temblores y terremotos. La famosa serpiente emplumada, Quetzalcóatl, común en los mitos de Mesoamérica, podría rastrearse en la cultura Olmeca (siglos XV a V a.C.). En Teotihuacán se encuentra el templo de Quetzalcóatl, decorado con numerosas serpientes, que figuran en esculturas, pinturas y cerámicas. Los mixtecos la llamaban Nueve Viento o Coo Dzahui, la serpiente de lluvia, que enseñó a los hombres las bases de la civilización.

En el templo de Chichén Itzá, en el equinoccio de primavera, dicen que las aristas proyectan una sombra similar a una serpiente y los mayas llamaban a este día “el retorno de la serpiente solar”.

En norteamérica, entre los Hopi y otros pueblos, parece existir cierto culto a la serpiente de cascabel. En los petroglifos americanos es común ver representaciones de serpientes.


Ya en época cristiana, los ofitas fueron una secta gnóstica que, como su nombre indica, se centraba en la serpiente, la del Génesis, según Hipólito de Roma. Estos ofitas consideraban a la serpiente del árbol del conocimiento como una criatura benigna, quizá rescatando, sin saberlo, la esencia de la religión ancestral.


Dejando atrás las deidades, en el folclore ibérico la serpiente, sierpe o dragón ocupa un lugar muy especial. Como explicaba al respecto del cuento de Navidad “La sierpe dorada y el surgir del Oro Negro”, la leyenda de la culebrita y la niña podría tratarse de una reminiscencia precristiana de la relación de poder (positivo) entre la mujer y la serpiente. Esta relación se recoge a la perfección, como ya hemos comentado, en la figura de Sugaar. En las leyendas hurdanas,  asturianas y vascas encontramos a hermosas mozas, moras o jáncanas transformadas en enormes culebras, mezclando el mito de la encantaria y el dragón. Para más información: “Dragones: Serpientes, lagartos, dragones y otros engendros de la mitología ibérica” (Ruiz Osuna, 2021).

En Galicia, Fernando Alonso Romero (Alonso, 2022) ha recopilado multitud de leyendas sobre ofrendas de leche a serpientes para propiciar la fertilidad, o la colocación de una muda de serpiente sobre la tripa de la parturienta para favorecer el parto.

Sin embargo, en la vasta mayoría de leyendas, la sierpe se presenta como una criatura cruel y voraz a eliminar. Como la que mata el Cid en la cueva del agua de Basconcillos del Tozo, por devorar el ganado y a siete niños; lo que nos recuerda al famoso San Jorge y muchos más héroes sin nombre que acaban con culebres, cuélebres y otros lagartos de exacerbada voracidad. Dentro de los héroes mata serpientes destaca San Patricio, conocido por, supuestamente, expulsar a todas las serpientes de Irlanda.


No podemos olvidar el campo de la astronomía, donde encontramos como mínimo dos serpientes: las constelaciones de Serpens y Draco. Destaca esta última por haber sido Thuban, una de sus estrellas, la estrella polar durante la Edad del Bronce.





Tras este breve recorrido por las distintas representaciones de la serpiente a lo largo de la (Pre)Historia y del mundo, podemos identificar distintas fases o representaciones asociadas a este animal divino:

  • Mujer: es una asociación común a diversas culturas y se encuentra desde los mitos más arcaicos hasta las leyendas que aún circulan por el mundo rural. Puede tener raíces en un culto a la diosa madre y a la fertilidad. Dentro de la feminidad, existen distintas versiones:

    • Domadora: como las diosas serpiente cretenses, que doman serpientes y felinos. Aquí cabría citar a Cernunnos, masculino, señor del bosque y de los animales.

    • El consorte: tras superar una prueba (besar al dragón o la sierpe), el héroe o rey libera a la muchacha/diosa, se casa con ella y obtiene un premio o poder. Frecuente en mitos irlandeses y cuentos del occidente ibérico, con posible origen céltico.

    • Fertilidad: ofrendas de leche en Galicia a la becha para propiciar la fertilidad. Petroglifos escandinavos.

    • Acuática: relacionada con el agua quizá por su movimiento sinuoso, se encuentran las loas y Mami Wata. 

  • Creación y caos: aparece como uno de los primeros entes en las historias de creación y representa el caos original, encarnado muchas veces en el mar y las tempestades. Normalmente es un héroe o un dios el que la ejecuta o domina. Aquí encontramos a Lotan (Ugarit), Tiamat (Babilonia), Leviatán (Israel), Apofis (Egipto), Trentren y Caicai-Vilu (Sudamérica), Jörmungander (Escandinavia) y, en menor medida, Pitón y Tifón de la mitología griega.

  • Solar: la serpiente como deidad celestial, el sol que serpentea en el horizonte a lo largo del año. Uadyet en Egipto y Quetzalcóatl en Mesoamérica.

  • Protección del árbol sagrado: la serpiente o dragón como protector del árbol de la vida, del conocimiento (Génesis), de las manzanas doradas de la inmortalidad (Hespérides) y del árbol del vellocino de oro (argonautas). También en la iconografía griega, romana y posteriormente cristiana, el dragón aparece como protector de los templos.

  • Renacimiento y mundo subterráneo: esta característica de la serpiente, simbolizada por la muda de su piel y su hibernación bajo tierra, la vemos en la mitología egipcia con la barca solar de Ra y en la céltica de Brigit. El dios consorte vasco Sugaar está relacionado con el mundo subterráneo. Esta faceta está también relacionada con el viaje del sol, que para algunas culturas se soterraba durante la noche. El renacimiento cíclico se simboliza a la perfección a través del Ouroboros, la serpiente que se muerde la cola.

  • Curación y veneno: una dualidad que podría remontarse a los chamanes del neolítico y que se representa por el antiquísimo caduceo del dios sumerio Ningishzida y, posteriormente, el dios griego de la medicina, Asclepio (el Esculapio romano). Como dioses curadores podemos apuntar también al Nehushtan israelí y a Bormanicus en Iberia.

  • El mal: con el triunfo del monoteísmo judío sobre el resto de deidades, muchas de estas se relegaron (en el caso de las diosas madre) o demonizaron, como sucedió con la serpiente o el dragón. Ya en el viejo testamento se identifica a Leviatán con el demonio, y múltiples son las representaciones del mal encarnado en este reptil.

Por supuesto, estas interpretaciones no deben entenderse por separado, ya que cada deidad puede encarnar varias de ellas al mismo tiempo o a lo largo de su evolución. La serpiente pudo ser, en primer término, un ente femenino creador, representante del caos. Fue después una deidad solar y de ultratumba. Diosa de las aguas y de la fecundidad. Veneno y sanación. Protectora de dones y encarnación del mal.


La serpiente y sus diferentes interpretaciones es uno de los hilos narrativos de mi próxima trilogía “Las tribus del Íber”, en la que indagaremos en todos estos aspectos desde el presente, de la mano del arqueoastrónomo Cristóbal, y desde el pasado, con los chamanes calcolíticos que grabarán los petroglifos de Valderredible.


Terminamos con una cita de Marija Gimbutas (1991):

“El misterioso dinamismo de la serpiente, su extraordinaria vitalidad y su rejuvenecimiento periódico debieron de haber provocado una poderosa respuesta emocional entre los agricultores neolíticos, y con frecuencia era mitificada al atribuírsele el poder de ser capaz de mover todo el cosmos”.



Fuentes: 

Alonso Romero, F., La serpiente mítica: Análisis etnoastronómico de una creencia, Ed. Andavira, 2022.

Gimbutas, M.,  Dioses y diosas de la antigua Europa, 1991.

Martínez, R., Manual del explorador de Iberia volumen II. Reescribiendo lo reescrito, escuchando a los dioses, 2025.

https://celtsofiberiafolk.gumroad.com/l/tukire?fbclid=IwY2xjawIZnR9leHRuA2FlbQIxMAABHarn5C1mnL66tvs46PIgz3dM3WYxYg8471eJS9zI0Sq24nAAJSpHGZsnmw_aem_Jd6Nu1i07mF5wf3yzc0AcQ

Rivero Bañuelos, E., Rodrigo Gutiérrez, E., Infografía Serpentiformes en la cabecera del Ebro, Academia Edu, 2022.

Ruiz Osuna, P., Dragones: Serpientes, lagartos, dragones y otros engendros de la mitología ibérica, 2021.

https://www.lavanguardia.com/cultura/20210629/7562705/serpiente-madera-tallada-finlandia-4-400-anos.html#foto-1

https://cailleachs-herbarium.com/2016/01/la-feill-brid-snakes-fire-and-lustration-in-midwinter/

https://astures.es/y-encontre-una-hagstone-o-piedra-bruja-uno-de-los-amuletos-mas-antiguos-de-europa/


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