El mito de Gargoris y Habis


El mito de Gárgoris y Habis es uno de los escasos retazos de mitología que nos han llegado de Tartessos. Se trata de una historia muy repetida en diversas mitologías, y el propio hecho de que sea un romano, después de tantos años, quien nos lo transmita, puede restarle veracidad. ¿Es el mito de Gárgoris y Habis genuinamente tartesio, o la historia que conocemos está filtrada por el ojo romano? No podemos saberlo. Pero primero, lo primero.


“Los cunetes poblaron el territorio de los tartesios, donde se dice que los titanes hicieron la guerra contra los dioses, cuyo rey más antiguo, llamado Gárgoris, fue el que inventó la costumbre de recoger la miel.

Como a éste le naciese un hijo procedente del estupro de una hija, por la vergüenza del castigo, quiso matar al pequeñuelo por distintos procedimientos. Pero conservado éste por una fortuna en todas las vicisitudes, al final llegó al trono por conmiseración de tantos peligros.

El primero de todos fue que le mandó exponer, y cuando al cabo de unos días ordenó observar el cuerpo del expósito, lo encontró alimentado por la leche de distintas fieras. Después, llevado a casa, mandó arrojarlo en un sendero estrecho por donde solían pasar los rebaños, proceder crudelísimo, porque prefirió que su nieto fuera pisoteado en vez de matarlo de una muerte simple. 

Pero también esta vez quedó incólume y no careció de alimentos. Lo echó entonces a los perros azuzados por muchos días de abstinencia, y más tarde a los cerdos. Pero como no sólo no recibiese daño alguno, sino que incluso se alimentó de sus ubres, al final lo mandó arrojar al océano. Entonces claramente se manifestó un numen, y entre las olas agitadas le condujo como en una nave, no por una corriente, siendo depositado en el litoral en mar tranquilo. No mucho después se presentó una cierva que ofreció sus ubres al pequeño.

Del trato con su nodriza el niño adquirió una enorme ligereza de pies. Entre las manadas de ciervos recorría montes y bosques sin cederles en velocidad.

Al final, capturado en un lazo, fue regalado al rey. Entonces fue reconocido como su nieto por la semejanza de los rasgos y las marcas del cuerpo que habían sido grabadas a fuego al muchacho. Por la admiración ante tantas aventuras y peligros fue destinado al trono por el rey. Se le impuso el nombre de Habis, y cuando recibió el reino fue de tanta grandeza que no en vano parecía elevado por la majestad de los dioses en tantos peligros: pues dio leyes al pueblo bárbaro, fue el primero que enseñó a uncir los bueyes al arado y a cultivar los alimentos. Obligó a los hombres a comer alimentos más civilizados, en vez de los agrestes por el odio de los que habían sufrido.

Sus aventuras parecerían fabulosas, si no se les comparase con las de los fundadores de Roma alimentados por una loba, y los de Ciro rey de los persas, alimentado por una perra. Prohibió los oficios serviles al pueblo, y dividió la plebe en siete ciudades. Muerto Habis, el reino fue conservado muchos años por sus sucesores".

Justino, XLIV, 4-16.





Imagen: Rómulo y Remo (1614-1616). Rubens



Quien nos lega este mito es Marco Juniano Justino, un autor romano del siglo III d.C., que lo recoge a su vez de un texto de Pompeyo Trogo (de época de Augusto). Esto nos sitúa al menos nueve siglos después, partiendo de que el mito es anterior al rey pseudo histórico Argantonio, que reinó en el siglo VI a.C. Algunos estudiosos lo sitúan tan atrás como finales del siglo XI a.C.

Como el propio Justino señala, la historia guarda relación con muchos otros mitos más conocidos: Rómulo y Remo, los fundadores de Roma, siendo criados en el monte por una loba; Ciro el Grande, por una perra; Teseo, criado en el campo en secreto y destinado a matar a su padre; Moisés, abandonado en el río; Cípselo de Corinto, mandado asesinar de niño y sobreviviendo para convertirse en dictador; Sargón de Acad, abandonado por su madre también en el río… Algunos autores señalan hasta 122 leyendas similares. 

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Imagen: Sargón de Acad

Todos tienen en común su procedencia oscura, con una infancia desgraciada, destinados a la muerte y que, por acción de la naturaleza, se salvan y alcanzan su trono o posición de liderazgo. Pero lo que separa a Habis de ellos es que el tartesio no es un guerrero: es un héroe civilizador, agricultor y político. Esto nos dice mucho de este antiguo reino.


Tabla: creación propia.


Este mito me ha ayudado a desarrollar mi novela "Tarvos, de Tartessos a la Galia". El propio protagonista se llama Habis, en honor a su antepasado y fundador de su dinastía. Desde un principio, la historia de Gárgoris y Habis toma un papel importante, afectando incluso al propio destino del protagonista.

Además, he optado por la organización territorial del reino de Tartessos en siete ciudades, lideradas a su vez por régulos sometidos al rey (Argantonio).



¿Conseguiremos algún día esclarecer más detalles sobre la leyenda de Gárgoris y Habis, o quedará sepultada bajo milenios de olvido?

Fuente: GARGORIS Y HABIS. LA LEYENDA DE LOS ORIGENES DE TARTESOS, Fernando Gascó

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