La geografía de Tarvos: Las tribus galas

Mapa por Ion Ander Art. En Tarvos: de Tartessos a la Galia de Elisa Rivero Bañuelos (CC).

La labor de reconstruir el mapa de los pueblos galos durante el siglo VI a.C. ha sido uno de los grandes retos de mi novela “Tarvos: de Tartessos a la Galia”. Como indico en la Nota Histórica:

Las tribus, las ciudades y los dioses de los galos aparecen mencionados en fuentes muy posteriores al tiempo de la novela, principalmente en La Guerra de las Galias de Julio César. El propio gentilicio “galo” y el topónimo “La Galia” son palabras de origen romano que difícilmente utilizaron los diversos pueblos celtas que ocuparon estos territorios para referirse a sí mismos, pero que se ha utilizado en la novela para facilitar la comprensión del lector.

Así, tuve que investigar en profundidad para averiguar cuándo se fundaron algunas ciudades o cayeron otras, los movimientos y expansiones de los distintos pueblos, etc. Por poner un ejemplo, los famosos helvecios no aparecen en mi mapa dado que, según parece, aún no existían o no eran importantes en el siglo VI a.C.

Algunas ciudades que podéis ver en el mapa aún existen, y sus nombres nos recuerdan a las antiguas capitales galas: Lugodunom (Lyon), Avaricon (Bourges), Autricum (Chartres), Cenabum (Orléans), Caturigomagus (Chorges), Mediosedo (Melun), Senonas (Sens), Vesontio (Besançon), Nemeto-dor (Nanterre)...

Por aquel entonces, las grandes potencias debían ser los heduos, los carnutes y los bituriges. Estos últimos son grandes protagonistas de la novela, con el legendario rey Ambicatus o Ambigatos en el punto de mira. Según el historiador Tito Livio, Ambicatus creó una suerte de confederación de pueblos galos y generó prosperidad en la Galia. Sus sobrinos Segovesus y Bellovesus lideraron invasiones hacia Etruria y Germania.

Bituriges significa, literalmente, reyes del mundo (Bitu=mundo, rix=rey). Su capital fue Avaricon o Avaricum, cerca de la actual Bourges. Debió ser una gran ciudad que, durante la Guerra de las Galias y según los escritos del propio general Julio César, contaba con 40.000 almas. Así la describo en Tarvos:

Avaricon se asentaba en una colina entre las aguas del pantano. A sus pies confluían dos ríos, el Avara (Yèvre) y el Auron. Se estancaban creando un terreno inundado lleno de carrizos. El acceso a la ciudad era un istmo situado al este. A pesar de que el camino estaba sobreelevado, las lluvias recientes lo habían llenado de barro, como ocurriera en Tarte cuando subían las mareas vivas de final de verano.Encontraron más movimiento que en Lugodunom. Carretas repletas de mercancías llegaban a la ciudad, los pastores guardaban las cabras en sus cercados y los campesinos volvían cargados de cestos de mimbre llenos de manzanas. Las murallas, construidas en piedra caliza y barro eran imponentes y rodeaban la ciudad por todos sus flancos, además de contar con la defensa natural del pantano.
Entraron en la capital por su única puerta cuando el sol se ponía en el horizonte.

Es fácil imaginar por qué Avaricon supuso un reto para las tropas romanas, aunque finalmente cayera.

Carnutia fue famosa por sus arcanos bosques, hogar de los druidas más poderosos. Sus tierras se extendían en el corazón de la Galia, entre los ríos Sequana (Sena) y Líger (Loira). Aún en época romana, Carnutia era el centro religioso y político de los galos. Cada año la asamblea anual de druidas se realizaba bien en Cenabum (Orleans), bien en Autricum (Chartres), sus dos capitales. En Tarvos nos adentraremos en los bosques carnutes para estudiar con los druidas.

El Sena y el Loira atraviesan los bosques de los carnutes

Los heduos o Aeduii fueron un pueblo del centro-sur de la Galia, conocidos por traicionar a sus compatriotas durante la Guerra de las Galias. Ocupaban un extenso territorio al sur del Loira, que ejercía como frontera con los bituriges. Si bien su ciudad más célebre es Bibracte, parece que fue fundada con posterioridad a los hechos de la novela.
Durante el siglo VI a.C., la capital debió ser Lugodunom, la actual Lyon. La antigua ciudad hedua recibe su nombre del dios de la luz, Lugus, con el sufijo -dunom, colina o castro.

Los arvernos debieron ser también un pueblo muy poderoso, conocidos por sus habilidades metalúrgicas y de fabricación de armas. Su capital fue Nemessos, en referencia a un bosque sagrado (nemeton). Su población se asentó sobre la loma en la que se encuentra la catedral de Clermont-Ferrand.

Los arvernos eran conocidos por sus armas.

Los parisios habitaban en los alrededores de la ahora capital de Francia, que toma su nombre de sus antiguos pobladores. Su ciudad más importante fue Nemeto-Dor (Nanterre). En Tarvos conoceremos a un parisio muy peculiar.

Los senones ocuparon las actuales regiones de Sena y Marne, Loiret y Yonne. Fueron un pueblo muy beligerante que cruzó los Alpes en varias ocasiones para ampliar su territorio a costa de los etruscos. Sus ciudades más importantes fueron Senonas (actual Sens) y Mediosedo (Melun).

Los secuanos reciben su nombre del río Sequana (Saona), que pudo también ser una diosa identificada con el río y con su animal totémico, el jabalí. Se asentaban en las cabeceras de los ríos Saona y Ródano, entre los montes Jura y Vosgos. Su capital fue Vesontio (Besanzón).
En Tarvos no viajamos a sus tierras, pero conoceremos a algunos secuanos interesantes.

La cordillera de los Vosgos fue el hogar de los secuanos.

Ya en la región alpina, en la cabecera del río Druentia (Durance), habitaron los caturiges. Esta tribu adoraba al dios de la guerra Caturix, de quien tomaron su nombre. Su capital, Caturigomagus, se identifica con la actual Chorges.
Su territorio resultaría clave para la expansión de la confederación gala hacia el Sur y el Este, como podréis leer en Tarvos.

Los caturiges habitaron en la región Alpina

Los laevios se encontraban en la Galia Transpadana, a orillas del río Ticino. Parece que fueron una mezcla de pueblos celtas con ligures, extendiéndose hacia territorio etrusco.

Los aulercos o aulerci fueron una tribu menor, quizá dependientes de los heduos. Ocupaban los territorios al oeste de los carnutes, entre el Sena y el Loira y con capital en Vindinum, la actual Le Mans.

En los confines de la Galia habitó un crisol de pueblos en la región conocida como Armórica. Esta zona costera abarcaría desde la Bretaña hasta Normandía, y apenas se conservan datos antiguos de aquellas gentes, que debieron mantener un contacto estrecho con los celtas de las islas británicas.

Mont Saint Michel, enmarcado en las costas armoricanas.

Más al suroeste encontraríamos a la tribu de los lemovices, cuyo nombre parece hacer referencia a sus lanzas hechas con olmo (Lemo=olmo). Su capital fue Duronticum (Villejoubert).

Los lemovices pudieron hacer frontera con un pueblo no galo, los aquitanos. Parece que los aquitanos formaban un conglomerado con los vascones, al otro lado de los Pirineos, y debieron hablar una misma lengua: el protovasco o aquitano.


Como con todo, este mapa es solo una propuesta de lo que yo sé, orientado a sustentar una ficción, y probablemente diste mucho de la realidad. Confiemos en que los arqueólogos nos sigan desvelando la apasionante historia de la Galia.

Podréis revivir todas estas aventuras por tierras galas de la mano de Tarvos.

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