Vuelo raso por el Monasterio del Risco (Amavida, Ávila) - Relato corto


Vuelo raso por el Monasterio del Risco
(Amavida, Ávila)




Siglo III a.C., Castro de Ulaca (Solosancho)

Mira, Aranta. Donde muere el sol, al otro lado del valle. ¿Ves ese risco que brilla con la última luz? Allí comienza el reino de la diosa de piel blanca y ojos negros, como cielo sin estrellas ni luna. Allá marchó la abuela, y el pequeño Eburo, para pasear a los rebaños por las cañadas de Ataecina en una noche sin final…

Allí, donde se pierde el sol en su día más largo, los ancestros esculpieron el símbolo de la diosa sobre la roca.

Foto: Altar con petroglifos en el Risco. Foto cortesía de Jesús Caballero Arribas.


Siglo VIII d.C., El Risco (Amavida)

Corre, Nuño, que ya llegan. Ya alcanzan el pueblo y a sus gentes. ¡No escuches los gritos, ni huelas el humo, ni sientas el temblor de las rocas bajo las pezuñas del emisario del demonio! Nosotros custodiamos la última esperanza de su cristiandad. Aquí, en las entrañas del Risco, ocultaremos a la Virgen de las Angustias para que el Infiel no la encuentre jamás. ¡Mira, Nuño! Grabada en la roca está la señal. El sol que se alza triunfal sobre el invasor pagano. Añadamos pues la cruz de Jesucristo para sacralizar este lugar.

Duerme, Nuño. Nuestra señora nos protege de los moros.

Foto: cruces dentro de la cueva del Risco


Siglo IX

Llegome la hora, mi señor. ¿Qué mejor día que el de tu nacimiento? Gloria a ti por regalarme este último amanecer, que brilla allá enfrente en el Risco del Sol, en la escarpada sierra de la Paramera. Ya no volveré a trepar por la escala tallada, a repasar con dedos pelados la cruz y la vieja señal. Ya no entonaré las canciones del viento retumbando entre estas paredes de piedra dura, fría. Ya no escucharé a los rebaños cencerrear entre el tomillo, el mugir de las vacas gordas que pastan allá en la dehesa.

He cumplido mi misión, señora mía, Virgen de las Angustias: he velado tu espera. El infiel ya marchó de estas tierras y solo te espera la gloria. Lo único que me carcome: no saber si alguien te va a encontrar en esta gruta oscura, quién velará tu imagen tras mi partida.

Dios proveerá.

Foto: entalladuras de acceso a la cueva.

Siglo XIV

Atina, cabra malparida. ¿Por qué cerros inhóspitos me haces saltar? ¡Atina! Se ha caído… ¿Dónde estás? Aquí pisó tan fuerte que dejó la marca de la pezuña en la piedra, y por aquel agujero escurriose. Escucho sus balidos. Atina, maldita cabra, estás entera a pesar de la caída. Pero, ¿qué es este lugar? ¿Qué diantre significan esos símbolos? ¡La virgen! ¡Santísima imagen de las Angustias! Divina madre con Jesucristo, muerto, en brazos. He de apresurarme y contar a los de Villatoro tamaño hallazgo.

¡Atina, malparida, a dónde vas?

Foto: entrada a la cueva.


Siglo XVI

Por el presente escrito, yo, fray Francisco de la Parra, solicito al ilustrísimo señor de Villatoro y al reverendísimo obispo Ruiz, la fundación de un convento en el Risco. Tras largos años como único custodio de la Virgen de las Angustias, creo conveniente que los píos hermanos agustinos pueblen este sagrado lugar.

Foto: ruinas del monasterio, con el risco al fondo.

Siglo XVII

¡Hernán! Amigo mío, buen pastor. Al fin volvéis vos al Risco desde la dehesa de Fuente del Caño. ¿Cómo están las cosas por esos lares toledanos? Ya veo, ya, que el pasto fue bueno y las ovejas están lustrosas. Mirad, Hernán, cómo se abrevan en las conducciones de agua que la montaña nos regala. Cómo trotan los corderos entre el piorno dorado y el tomillo.

¡Viaje esta lana al norte y se embarque a Flandes, para gloria de la Mesta castellana, y por las arcas de este santo monasterio del Risco!


Foto: la torre del monasterio y el valle Amblés.



Siglo XIX

Vamos, fray Jenaro. Ya no podéis vos permanecer aquí ni un día más. Muerto el hermano Nuño, ya no somos suficientes monjes para mantener el Risco, dicen. ¡Ay, que nos lo ha quitado el muy ruín comisionado Gaspar Domínguez! Allá se llevan los de Villatoro a la santísima Virgen, y los de Sonsoles se guardan el misal. Piedra a piedra desmontarán nuestro monasterio, su magnífica torre que fue la envidia de todo el valle Amblés. ¿También sus campanas las han de rapiñar? ¡Solo falta, hermano Jenaro, que se lleven la sagrada huella de la cabra, el símbolo del sol y el mismísimo Risco!

Ya el olvido arrasará este lugar.


Foto: Ruinas del monasterio


Siglo XXI

Mira, Guille, ya llegamos al monasterio. Solo queda la torre y el arco en pie. Tienes razón, la torre debe ser posterior, sus sillares son tan rectos… aún sobreviven al hielo, al viento y la rapiña. Ven, sube conmigo para contemplar las vistas. ¡Cómo brilla el agua del deshielo en la Serrota! Vamos a inspeccionar las dependencias, a hacer un vuelo al pasado, de esos que vive Víctor, y a pasear con los monjes por este lugar olvidado. ¿Dices que hay unas escaleras talladas? Así subiría el eremita a la cueva. ¡Por aquí está! Hay cruces grabadas en las paredes. Y en el último recoveco alguien ha dejado un belén, como una ofrenda a la Virgen del Risco. ¡Qué menos, después de llevársela del que fue su hogar durante siglos!


Foto: Pequeño belén en las entrañas de la cueva.

Vamos a asomarnos. ¡Vaya vistas! En esta roca se sentaría el eremita a tomar el último sol de la tarde. Y allí enfrente está el Castro de Ulaca. El grabado del sol y del triángulo no deben andar lejos. ¿Podrías calcular si los dos puntos coinciden con los solsticios de invierno y de verano?

Creo que escribiré sobre este monasterio. Tiene algo… que te hace volar.



A Guille, por acompañarme en mis vuelos.
A Víctor de Bernuy Salinero, por enseñarnos la cueva. Nos encontraremos en otras piedras, otros vuelos.

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