¡"Tarvos" ya en formato E-Book! - Lee el comienzo aquí



Nueve meses después de la publicación en tapa blanda de la novela "Tarvos, de Tartessos a la Galia", os anuncio que el libro ya está disponible en preventa en formato electrónico.

Con un click y por solo 4,99€, el libro estará disponible en tu E-Book o en el de tus amigos y familiares el 24 de diciembre.

Además, si tienes Kindle Unlimited, podrás leer "Tarvos" de forma totalmente gratuita.

¿Aún no estás convencido? Aquí va un adelanto de las aventuras que podrás encontrar:


Etruria[1], 626 a.C.

 El joven biturige[2] exhaló un suspiro, ufano. La sangre le palpitaba tan fuerte en los oídos que le impedía escuchar los lamentos y el chirrido del hierro. Como si estuviera sumergido bajo el agua. La polvareda levantada por los cascos de los caballos se depositaba capturando la luz de la tarde. Los días siempre eran brillantes en los valles de Etruria. Al fin, pudo atisbar lo que quedaba del poblado: los guerreros bituriges vagaban entre los cuerpos. Los vio rematando a los caídos y registrando sus ropajes. El joven, casi un niño, tomó una bocanada de aire que sabía a orégano y promesas de verano. Los sonidos coparon el valle: los cuervos se arremolinaban en el azulísimo cielo etrusco y los gemidos se silenciaron.

    En la linde del camino, los hombres iban depositando las piedrecitas que habían traído consigo. Formaban ya una pequeña montaña junto a la última cabaña, aún humeante. El joven se desprendió del escudo y desentumeció la mano, agarrotada bajo el guante de cuero. Rebuscó en su zurrón y resopló, aliviado al notar el tacto terso de los cantos.

    Al dirigirse hacia el monumento, sintió un tirón en su bota. El corazón le dio un vuelco y echó la mano a la espada. Al bajar la vista encontró una anciana moribunda que farfullaba en su lengua. Intentó zafarse de una sacudida, pero la vieja se agarraba con fuerza, clavando sus ojos negros en el chico. Molesto, extrajo un puñal de la funda del cinturón y se agachó para cobrarse otra vida.

    Notó una presencia a su lado y reconoció al mercenario ligur[3] que les servía de guía por esas tierras. En su rostro se pintaba el pavor.

—Cuidado, es una hechicera —murmuró.

    Pero el muchacho no se dejaba amedrentar por los poderes de otros pueblos, por dioses menores. Hundió la hoja del puñal en la garganta de la anciana. Despacio. La sangre empezó a brotar sin restar nitidez al chorro de palabras de la bruja. Terminada la verborrea, sus ojos oscuros perdieron de pronto el brillo y reflejaron el atardecer, salpicado de cuervos.

    Esta vez sí, se desprendió de la vieja de una patada y limpió el filo en su pernera. Notó que le temblaba la mano. Al levantar la vista se topó con la mirada aprensiva del ligur.

    —Has sido maldecido. No engendrarás descendencia salvo con tu gran amor, cuya vida jamás podrás compartir.

    Un escalofrío le erizó el vello de la nuca, e intentó espantar el augurio con un gesto de la mano. Esus, el dios de la noche, estaba de su parte.

    Se encaminó hacia la montaña de piedrecitas. Clac clac, caían las almas unas sobre otras, en espera de que algún dios las guiara a su destino. Clac clac. Los bituriges se perdían en el horizonte de la noche estival, que olía a romero y lavanda, humo y sangre.



[1] Etruria: antigua región en el centro-norte de Italia.

[2] Bituriges: pueblo galo (celta) con capital en Avaricon (actual Bourges, Francia).

[3] Ligures: pueblo antiguo que habitaba la Liguria, costa sur de Francia.


Copyright © 2022 Elisa Rivero Bañuelos

Todos los derechos reservados.

ISBN: 978-84-09-38115-9


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