7 Claves para entender Tartessos


Nunca creí que diría esto, pero Tartessos está de moda. El magnífico descubrimiento del equipo del CSIC Construyendo Tarteso en Casas del Turuñuelo, consistente en cinco bustos de piedra, ha puesto a esta desconocida civilización en el punto de mira. Artículos en todos los periódicos, en la radio, revistas, multitud de teorías en redes… Pero ni es el primer descubrimiento de gran importancia sobre Tartessos ni, estoy segura, será el último.

Llevo más de ocho años documentándome y escribiendo sobre Tartessos, lo que culminó en mis novelas “Tarvos, de Tartessos a la Galia” y “Ambicatus, el primer rey de la Galia”. Así que, si sentís curiosidad por esta civilización, aquí os dejo 7 claves para entender lo poco que sabemos de ella:



1. ¿Cuándo? Las fechas del nacimiento de la cultura tartésica varían en función del autor, bien lo consideren únicamente como el resultado de la aculturación fenicia, bien como un pueblo heredero del Bronce Atlántico que se abrió hacia Oriente. Los primeros asentamientos atribuibles por algunos autores a la cultura tartésica datan del siglo XII a.C. La influencia fenicia se fue intensificando desde un intercambio comercial, a la fundación de emporios y la adopción, por parte de los tartesios, de gran parte de la cultura fenicia. A esta etapa se la denomina “orientalizante”. Después, Tartessos se abrió al comercio griego. Su fin se suele fechar en la batalla de Alalia, 537 a.C., posible detonante de su decadencia debido a la derrota griega frente a las tropas cartaginesas. Tras esto, los pueblos que habitan la zona tartésica son denominados turdetanos.


2. ¿Dónde estaban asentados los tartesios? Ocuparon una zona amplia del suroeste de la Península Ibérica, con su núcleo inicial en la desembocadura del Guadalquivir y de los ríos Tinto y Odiel, extendiéndose hacia el Algarve y posteriormente al norte, por las serranías hasta el Guadiana en Badajoz. 


3. ¿Cómo se forjó la civilización tartésica? Se suele considerar como un proceso de aculturación de una población local que ya despuntaba por su riqueza ganadera y minera, por parte de los comerciantes fenicios. Gracias a los intercambios, Tartessos exportaría oro y plata de sus minas y estaño del norte, recibiendo a cambio objetos de prestigio y nuevas tecnologías, como el torno de alfarero, nuevas especies como la gallina o el burro, e incluso tomando sus costumbres y sus dioses. También comerciaron con griegos, especialmente foceos y áticos; con etruscos, sardos e incluso egipcios. Por tanto, la cultura tartésica es una fusión de elementos nativos y orientales.



4. ¿Quiénes fueron sus reyes? Lo poco que sabemos de los reyes tartesios viene de diversas leyendas que las fuentes clásicas nos han legado.  Cada uno de ellos representa una fase de desarrollo de la cultura, desde sociedad ganadera de Gerión, a la agricultura y urbanización de Habis, hasta la minería y el comercio de Argantonio. Desarrollaremos este punto en futuras publicaciones.


5. ¿Por qué sabemos tan poco? Hasta hace unas décadas, el conocimiento de Tartessos se remitía al estudio de las fuentes clásicas. Los primeros descubrimientos arqueológicos fueron fortuitos y se atribuyeron a los fenicios. Aún hoy, existe un fuerte debate entre los que asignan los yacimientos y restos exclusivamente a los colonizadores, y los que han establecido un canon típicamente tartésico.

Algunos asentamientos tartésicos se ubican debajo de ciudades, como es el caso de Onuba (Huelva), lo que dificulta tanto la conservación como las excavaciones. Tenemos la enorme suerte de que otros nunca fueron reutilizados e incluso sus habitantes los sellaron, de forma que su estructura y contenido nos han llegado intactos. Son los yacimientos de Casas del Turuñuelo y Cancho Roano.

Por otra parte, carecemos de testimonios escritos por los propios tartesios: aunque existe una escritura a veces llamada tartesia, la escritura del suroeste está desplazada hacia el Algarve, con una única inscripción en el territorio más puramente tartésico, la estela de Villamanrique (Sevilla).

Además, este idioma aún no ha sido descifrado, aunque todo apunta a que se trata de inscripciones funerarias. A día de hoy, nadie se pone de acuerdo con la filiación lingüística del idioma tartésico. Estrabón dice que los turdetanos, probables descendientes de los tartesios, hablaban una lengua diferente a la de sus vecinos los íberos, pero, ¿cuál? Algunos expertos se decantan por lenguas orientales, otros por lenguas indoeuropeas o incluso el protocelta. Esta última hipótesis, defendida por Barry Cunliffe y John Koch y, en menor medida, por Almagro-Gorbea, explicaría los nombres celtas de Argantonio y Gerión.


¿Dónde está su capital… si es que existe? Tuvo que venir un alemán a España para recordarnos que aquí también había civilización antes de Roma. Adolf Schulten abordó la búsqueda de la capital de Tartessos a través de la interpretación de las fuentes clásicas. Schulten había excavado previamente en Numancia y después se obsesionó con Tartessos. Realizó varias excavaciones en Doñana, encontrando una ciudad romana. Después, varios han sido los intentos de identificar la capital del reino, especialmente con la ciudad de Huelva, la antigua Onuba, que indudablemente fue una importante ciudad tartésica; en Mesas de Asta, la Asta Regia romana, situada en una colina en medio de lo que fue el lago Ligustino; y aún bajo las dunas de Doñana. Otra teoría, a partir de la Ora Marítima de Avieno, identifica Tartessos con la colonia fenicia Gadir (Cádiz). En mis novelas ubico la capital en Asta Regia.


7. ¿Qué nos ha llegado? Algunos ejemplos de yacimientos y objetos de gran importancia atribuibles a la cultura tartésica son:
    1. El santuario de Cancho Roano, en Zalamea de la Serena (Badajoz) es un yacimiento con sucesivas capas de ocupación desde el siglo VI a.C. Únicamente el nivel más antiguo se atribuye a Tartessos, asignando el resto de niveles bien a los turdetanos, bien a los fenicios. El primer templo presenta un altar con forma que recuerda al schen egipcio.

    2. El bronce de Carriazo es un broche con la figuración de una mujer extendiendo los brazos hacia sendas aves acuáticas, formando una especie de barco. Fue encontrado cerca de Sevilla. Se ha identificado con la diosa fenicia Astarté o con la egipcia Hathor.

    3. El tesoro del Carambolo es un conjunto de piezas de oro y cerámica datadas en el siglo VI a.C. encontradas en el yacimiento del Carambolo (Camas, Sevilla). Se trata de un santuario objeto de controversia, ya que en función de los autores se ha sido identificado como tartesio o como fenicio. Se conjetura con que era un ajuar para un sacerdote o para colocar a un buey para el sacrificio. También se encontró una estatuilla de Astarté con una inscripción fenicia. Como anécdota, existía una leyenda local de que en la zona se escondía un tesoro. El tesoro de Aliseda, por su parte, es otro bellísimo conjunto que se encontró de forma fortuita en Aliseda (Cáceres).

    4. La máscara de Tharsis es una escultura en piedra arenisca del siglo VII a.C. encontrada en las minas de Tharsis (ojo al nombre), en Huelva. Representa un rostro de varón con barba y se ha identificado tradicionalmente con Argantonio. Por alguna razón (que de momento desconozco) no se ha considerado la primera escultura de un rostro tartésico, llevándose el puesto los famosos rostros del Turuñuelo.

    5. El Turuñuelo: investigadores del CSIC (Esther Rodríguez y Sebastián Celestino) han desenterrado en el yacimiento de Casas del Turuñuelo (Badajoz), en las Vegas altas del Guadiana, cinco bustos de piedra del siglo V a. C. Se trata de la quinta campaña de excavación de este yacimiento tartésico, que en otras campañas desveló una escalera monumental con el primer protocemento (mortero de cal) del Mediterráneo, una bañera posiblemente ritual, los pies de una estatua de mármol de origen griego y un sacrificio masivo de caballos y otros animales, posiblemente durante un banquete antes de que sus pobladores quemaran y enterraran el templo.  De ahí su magnífico estado de conservación, ya que, como hemos visto, muchos asentamientos tartésicos se ubican debajo de grandes ciudades. Dos de los bustos corresponden a mujeres con pendientes o arracadas típicos de la orfebrería tartésica, como los encontrados en el tesoro de la Aliseda. ¿Divinidades del panteón tartésico o reinas? Otro de ellos podría tratarse de un guerrero, ya que se conserva parte del casco.

La factura de las esculturas es exquisita, con una ejecución equiparable a las estatuas griegas o etruscas contemporáneas. Aunque de claro carácter indígena, ya han salido muchas voces buscando similitudes con estatuas griegas, fenicias, etruscas, e incluso hindúes o budistas.


Esto es solo un vistazo rápido al enigmático mundo tartésico. Si os ha encandilado, os dejo algunas pautas para profundizar:

  • El libro “Tarteso y los fenicios de occidente” de Sebastián Celestino Pérez, Carolina López-Ruiz, editorial Almuzara.

  • La revista Despertaferro Arqueología e Historia nº12: Tarteso.

  • Seguir a Descubriendo Tarteso en redes sociales.

  • Y si queréis adentraros en esta cultura a través de la ficción: “Tarvos, de Tartessos a la Galia” y “Ambicatus, el primer rey de la Galia”, mis novelas disponibles en Amazon. Ambas novelas, en especial la primera, se desarrollan en las etapas finales de Tartessos, con el rey Argantonio como uno de los personajes principales. Conocerás sus templos, sus sacrificios, sus dioses y creencias; viajarás por la orilla del lago Ligustino hasta Onuba, por las minas de Tharsis donde extraían el preciado mineral. Conocerás a los fenicios en Gádir y a los comerciantes foceos, así como sus eternas rivalidades y guerras. ¿Estás preparado para la aventura?





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