Equinoccio de primavera - Arqueología y mitología


Hoy 20 de marzo es el equinoccio de primavera. Etimológicamente equinoccio viene del latín y significa “noche igual”. La duración de la noche y del día se igualan porque el sol se encuentra en el plano del ecuador celeste. Así, en los días de equinoccio, el sol sale exactamente por el Este y se pone por el Oeste.

Nuestros antepasados conocían este fenómeno astronómico y lo festejaban de formas diversas. ¡Conozcamos algunas de ellas!



Algunos dólmenes y megalitos tienen su cámara orientada al sol naciente de solsticios y equinoccios. En el de primavera primavera, el fenómeno se puede observar en el dolmen de Viera (Antequera, Málaga), el de Soto (Huelva), en el cairn de Loughcrew (Irlanda)... A buen seguro, era una fecha de rituales y celebración.



Durante la Edad Media tampoco se ignoraron los equinoccios, sincretizando quizá tradiciones paganas anteriores. Así, multitud de templos muestran fenómenos lumínicos en el equinoccio de primavera, como las iglesias de Santa Marta de Tera (Zamora), San Juan de Ortega (Burgos), el monasterio de San Salvador de Celanova (Orense), la ermita de San Bartolomé de Ucero (Soria).



Parece que también en el nuevo continente observaron estos fenómenos: en Machu Pichu la gran piedra de la montaña sagrada Intihuatana (literalmente, lugar donde el sol se ata) proyecta una sombra a lo largo del día que justo en los equinoccios desaparece. También en el templo de Chichén Itzá, en el equinoccio de primavera, dicen que las aristas proyectan una sombra similar a una serpiente y los mayas llamaban a este día “el retorno de la serpiente solar”. Hoy en día, la gente se congrega para festejar y recibir los rayos del sol.


Como hemos visto, en las diferentes mitologías la primavera también tiene su hueco. Los antiguos griegos lo explicaban a través del retorno de Perséfone desde el reino de Hades a los brazos de su madre Démeter, cuya alegría hace florecer el mundo. Este mito se repite en la mitología romana con Proserpina. Algunos autores le atribuyen una antigüedad mayor, rastreable a la civilización minoica o incluso al neolítico.



En Roma se celebraban los Mamurales el 14 de marzo. Antaño, el año nuevo romano comenzaba en este mes, aunque los desajustes calendáricos lo alejarían de la fecha astronómica que nos ocupa. Un anciano vestido de pieles era expulsado a palos de la ciudad, dando paso a la primavera. Esto nos recuerda también a las mascaradas de invierno. Pero la gran fiesta romana de la primavera fueron las Floralias, el 27-28 de abril. En mi novela “Ambicatus, el primer rey de la Galia” podréis presenciar las Floralias en la Roma del siglo VI a.C.


En algunos países del Oriente Medio se celebra el Nouruz, con la llegada del año nuevo persa y coincidiendo con el equinoccio de primavera.


Hoy, mucha gente os felicitará Ostara. Ostara es en realidad una antigua diosa germánica (y posteriormente británica), Ēostre, de la que deriva Easter, Pascua en inglés. Representa la luz, el amanecer y la fertilidad. Es una fiesta muy popular en religiones neopaganas. A veces también relacionada con la liebre de Pascua y los huevos, que representan la fertilidad.


En el calendario céltico, representado en la placa de Coligny, el inicio de primavera se llama SONNOCINGOS, entre los meses de Cutios y Giamonios. Sin embargo, no parece que fuera un evento de gran importancia en el mundo céltico.


Y vosotros, ¿Qué celebráis estos días?







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