Lugnasad o Lammas - Mitología



El Lugnasad, también conocida como Lughnasadh, Lunasa o Lammas, es una de las cuatro grandes festividades del calendario celta, junto con Samhain, Imbolc y Beltane. Celebrada alrededor del 1 de agosto o en el segundo plenilunio tras el solsticio de verano, esta festividad honra a Lugh o Lugus, el dios solar y de la artesanía, y marca el comienzo de la temporada de la cosecha.



El Lugnasad podría remontarse a tiempos antiguos, aunque no hay referencia escrita a esta festividad en el calendario de Coligny.

Tenía un doble propósito: agradecer a los dioses por las primeras cosechas y pedir su bendición para el resto de la temporada. Lugh, a quien se dedicaba la celebración, era un dios multifacético, conocido por su habilidad en diversas artes y oficios, así como por su destreza en la batalla. Su culto simbolizaba la luz, el crecimiento y la prosperidad. Según la mitología céltica insular, Lugh inició esta fiesta como conmemoración a la muerte de su madre Tailtiu.


Durante el Lugnasad, las comunidades celtas se reunían en grandes asambleas que incluían ferias, competiciones deportivas, ceremonias religiosas y mercados. Destacaban las bodas y los enlaces, como las que podréis presenciar en la novela “Ambicatus, el primer rey de la Galia” durante el Lugnasad.

Aunque la era celta terminó hace muchos siglos, el Lugnasad se sigue celebrando, especialmente por aquellos interesados en las antiguas tradiciones y en la Wicca, una religión neopagana. En muchos lugares, se recrean las antiguas prácticas con ferias, competiciones y rituales de cosecha. La festividad también ha sido adaptada por comunidades agrícolas y locales que buscan preservar y revitalizar sus herencias culturales.

Lugnasad es más que una simple celebración de la cosecha; es una festividad que nos recuerda la importancia de la comunidad, la gratitud y la conexión con la tierra. Al honrar las tradiciones de nuestros antepasados celtas, podemos encontrar un sentido de continuidad y pertenencia, valorando los ciclos naturales y los frutos de nuestro trabajo.
Así, cada 1 de agosto, al mirar las primeras cosechas, podemos sentirnos parte de una antigua cadena de humanidad y naturaleza, celebrando el regalo de la vida y la luz del sol.

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