Otro cuento ¿de Navidad?
Ella lleva viniendo desde siempre. Literalmente, toda una vida. Antes de que los tractores rompieran la caliza del páramo y de que los americanos revolucionaran el pueblo con sus promesas de oro negro. Antes de que se excavara el túmulo y se llevaran a los durmientes. Por supuesto, mucho antes de que un jaleo como el de hoy inundara el aire gélido del amanecer. Recorre en silencio la pista que separa el dolmen del pueblo. Antaño trotaba ligera entre la escarcha cuando apenas despuntaba la primera luz. Ahora, anciana, debe salir cuando las sombras aún tiñen el páramo, para llegar a la hora indicada. Pasito a pasito. Observa a la creciente muchedumbre que va llegando al recinto del dolmen de La Cabaña. Conoce a muchos de ellos, pero otros son nuevos. Se nota en su cara: esa perplejidad del que se sabe loco por levantarse de noche un veintiuno de diciembre. Casi puede decir quiénes repetirán. Ya llevaba muchos años presenciando el solsticio cuando el arqueólogo se presentó por primera vez...