5 Datos curiosos sobre los vetones
El próximo domingo 24 de abril a las 17:00 estaré firmando la novela "Tarvos, de Tartessos a a Galia" en la Feria del Libro de Ávila con Librería Letras, y estoy tan emocionada que os quiero contar algo sobre mi amada tierra de acogida y sus antiguos pobladores.
Los vetones (o vettones) fueron un pueblo prerromano del centro-oeste peninsular. Son famosos por sus verracos y sus impresionantes castros, pero este pueblo esconde muchos más datos curiosos. En mi novela “Tarvos, de Tartessos a la Galia” podréis visitar el castro de Ulaca y vivir emocionantes aventuras e historias junto a los vetones.
Pero mientras te haces con el libro… Ven, ven, que te cuento:
Los famosos toros y cerdos de piedra parecen localizarse en zonas de buenos pastos y agua, por lo que podrían funcionar como marcadores territoriales, protectores del ganado, etc. También se las asocia, en ocasiones, con enterramientos.
Estas estatuas nos hablan del carácter ganadero de los vetones, donde predominó el ganado bovino y porcino, pero quizá nunca sepamos su función original.
En Tarvos también nos preguntamos sobre el uso de los verracos:
Su atención volvió a la dehesa que atravesaban. Entre las encinas, que crecían anchas y fuertes en el suelo de la vega, divisó una extraña piedra. Acicateó a Sao para verla más de cerca. Era una escultura de un toro.
—¿Qué significa? —preguntó Mena a su espalda. Nadie supo responder y prosiguieron su camino. Pronto encontraron un rebaño de vacas diseminado por la dehesa. Aunque pastaban con placidez ignorando a los viajeros, Tarvos no pudo evitar tensarse sobre su montura. Sin pensarlo, reconducía a Sao una y otra vez para alejarse de los rumiantes.
No solo de la ganadería vive el hombre. Los vetones debieron ejercer el bandidaje sobre sus vecinos septentrionales, los vacceos. Los vacceos fueron famosos por sus ricos campos de cereal y su economía colectivista, que pronto atrajo hacia sí la codicia de otros pueblos colindantes.
En Tarvos podréis vivir esta rivalidad entre vetones y vacceos de primera mano… Y sufrir sus penosas consecuencias.
Poco sabemos del panteón de los vetones, pero gracias a algunas inscripciones y exvotos, conocemos a algunos de sus dioses.
Ataecina debió ser una divinidad infernal y de la fertilidad, representada por la figura de la cabra. Quizá algunas vírgenes aún vinculadas a cabras, como la vírgen de Chilla en Candeleda, sean una reminiscencia de la antigua diosa.
Vaélico, por su parte, pudo ser otro dios del más allá o de la naturaleza, asociado a la figura del lobo. En el santuario de Postoloboso, cerca del castro del Raso de Candeleda (Ávila), se han encontrado varias inscripciones a este dios. Puede estar relacionado con la deidad lusitana Endovélico.
En Tarvos conoceremos a una sirviente de Vaélico y presenciaremos un sangriento ritual en su honor:
La vistieron
con una piel de lobo, las fauces superiores coronando su cabellera dorada.
Entonces, tambaleante pero rítmica, la chica-lobo comenzó a cantar.
—¡Vaélico! ¡Vaélico!
—Coreaba el público como un zumbido de abejas.
Avanzó bailando
hasta la escalinata, donde el hombretón que la custodiaba le entregó una daga.
En un precario equilibrio que hacía temer que cayera en cualquier momento, la
chica subió los escalones. Alcanzó la cima y, de pronto, los tambores y la
flauta cesaron. Un silencio sobrecogedor se apoderó del castro. El viento
ululante agitó su pelaje y cubrió el cielo de nubes.
—Vaélico… depúranos.
Aquí vuelve el bueno de Cayo otra vez. Como gobernador de la Hispania Ulterior, el César obligó a los vetones a abandonar sus castros y les prohibió fortificarse. Así, nacieron ciudades de nueva planta en los llanos, junto a los ríos, como Salamanca y Talavera de la Reina. Seguramente la fundación de Ávila (¿Óbila?) es el resultado del abandono de algún gran castro, como pudo ser Ulaca. Escribí un relato breve sobre la fundación de Ávila que puedes leer en mi blog.
Los vetones fueron grandes jinetes. Tanto, que Roma los tomó como tropa auxiliar en su ofensiva a Britania junto a mercenarios de otros pueblos hispanos. Numerosas inscripciones funerarias encontradas en Inglaterra nos hablan de estos fieros jinetes.
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